
Villa Romana de La Olmeda, Palencia
Introducción
En el término municipal de Pedrosa de la Vega
(Palencia), a escasos 5 kilómetros de Saldaña y en
pleno valle del río Carrión, se sitúan los
restos de la villa romana de La Olmeda que, desde su descubrimiento,
estudio y puesta en valor, se ha convertido por méritos propios
en uno de los yacimientos arqueológicos más relevantes
de la Hispania romana.
El hallazgo del conjunto tuvo lugar durante el verano
de 1968, cuando, en el curso de unas labores en unas tierras de
su propiedad, el historiador y filántropo José Álvarez
dio con los primeros restos, acometiendo desde entonces por su propia
cuenta la ambiciosa empresa de excavar, estudiar, conservar y explotar
el yacimiento.

Desbordado
por la magnitud del hallazgo y por la carestía de su mantenimiento,
en 1980 decidió donar tanto el terreno como la villa a la
Diputación de Palencia, la cual, a través de una fundación,
se hizo cargo de su gestión y de las obras de acondicionamiento
para su visita.
Declarado Bien de Interés Cultural en 1996,
el conjunto arqueológico fue cerrado al público en
2005 con el fin de ser sometido a un riguroso proceso de adecuación
y rehabilitación, siendo reabierto a las visitas en 2009
formando un binomio temático junto a la iglesia de San Pedro
de Saldaña, en la cual, ha sido habilitado un pequeño
museo monográfico en el que, junto a paneles explicativos,
se exponen diversas piezas procedentes de la villa.
La Villa de La Olmeda
La villa romana de La Olmeda fue concebida, como otras
muchas desperdigadas por la geografía peninsular, como villa
palaciega suburbana de recreo y explotación agroganadera;
habiéndose establecido, según los estudios arqueológicos
en ella acometidos, dos fases principales: una primera que se extendería
entre los siglos I y III (d.C.), y una segunda en que se reedificaría
durante el siglo IV, permaneciendo activa y habitada hasta su abandono
entre finales del siglo V y principios del VI.

El yacimiento, a tenor de las excavaciones y estudios
realizados hasta la fecha, se compone de tres ámbitos principales:
la villa-palacio propiamente dicha en torno a un patio central,
unos baños comunicados con la residencia principal a través
de un corredor, y en los alrededores, un total de tres grupos de
tumbas o necrópolis íntimamente relacionadas con la
villa.
La mansión
El núcleo principal de La Olmeda, tanto por
su importancia como por el valor de los restos conservados, es la
mansión; suntuoso edificio de carácter palacial concebido
para la residencia temporal o estable de la familia propietaria
de la explotación agrícola, sin duda, a la vista de
su magnitud y riqueza, de alto nivel económico.
Presentaba planta ligeramente rectangular reforzada
por cuatro torres en sus ángulos, cuadrangulares las orientadas
al sur, y octogonales las del costado norte. Contaba con dos ingresos
simétricos también dispuestos a sus lados norte y
sur y que algunos estudios se han aventurado a proponer que podían
ser de carácter porticado.

Las distintas estancias de la vivienda, que en origen
dispondría de dos pisos, se articulaban en torno a un patio
central ajardinado rodeado de cuatro corredores que, originalmente,
se abrirían al espacio central al estilo de los peristilos
clásicos pero que, en una reforma posterior, las columnatas
fueron sustituidas por muros y galerías de arcos de ladrillo,
alguna de ellas aún apreciables.
El sector meridional de la vivienda es el que en peores
condiciones ha llegado a nuestros días, debido principalmente
a que una zanja existente motivó que fuese usado como vertedero.

Amén de una escalera de acceso al piso alto,
en este ala sur se disponían los almacenes o despensas, la
cocina y, en el extremo lateral oriental, una estancia en cuyo suelo
se ha conservado un interesante mosaico de carácter geométrico
compuesto por círculos y octógonos concéntricos
rodeados por diseños y mallas también geométricas
dispuestas en campos cuadrados independientes.

El cuerpo norte de la mansión, donde simétricamente
dispuestos respecto a su equivalente sur fueron habilitados un segundo
pórtico de acceso y un cuerpo de escaleras, presenta varias
estancias cuya funcionalidad no ha sido determinada y que, en lugar
de mosaicos, sus suelos fueron concebidos con la solución
de "opus signinum".

En el ala oeste de la mansión, además
del corredor que comunicaba con su contiguo edificio de baños
en el que a continuación nos detendremos, se disponía
el comedor principal (triclinium) así como otros pequeños
comedores de carácter privado precedidos de sus correspondientes
antesalas.
A lo largo de toda la galería, así como
en las diferentes estancias abiertas al ala occidental, encontramos
varios de los mosaicos de mayor riqueza de la villa, todos ellos
de carácter geométrico en convivencia con motivos
florales repetitivos.

En este sentido, digno de destacar es la composición
descubierta en la sala que remata en una exedra semicircular, en
la cual, se dibujan, bordeados por una cenefa floreada, bonitas
composiciones a base de cuadrados y octógonos animados con
florones y formas cruciformes.
Pero sin lugar a dudas, es en el sector oriental de
la villa, coincidente con la zona noble y ceremonial de la misma,
donde se conservan los mosaicos más interesantes del conjunto.

Muy en particular, llama la atención la sala
conocida como "oecus"; estancia de grandes proporciones
en la que ha llegado a nuestros días el único mosaico
de carácter figurativo de todo el yacimiento de La Olmeda.
Presenta, abrazada por una gran cenefa envolvente compuesta
por coronas de laurel y zarcillos ondulantes, dos composiciones
principales, una de carácter cinegético y una segunda
mitológica.

En la primera de ellas y en un único panel,
aparecen siete escenas de caza en las que diversas especies animales
luchan contra hombres a caballo o a pie armados con lanzas y escudos.
Además, gracias a su perfecto estado de conservación,
se aprecian también un león alanceado herido y otro
acechando un antílope.

En la segunda de las escenas figuradas del "oecus"
se identifica el recurrente episodio mitológico del descubrimiento
de Aquiles por parte de Ulises en el palacio de Licomedes, en la
isla de Skyros.
A lo largo de la composición, de eminente carácter
narrativo, aparece Aquiles desnudo y Ulises armado con una espada.
Junto a ellos, diferentes personajes de la corte como la reina Rea.

Muy interesante resulta la cenefa que envuelve la composición
mitológica, en la cual, sobre medallones que penden de las
alas de pavones simétricos, se reconocen diversos retratos
(18 en origen de los que solo se han conservado 14) que, según
la mayoría de especialistas, se identificarían con
miembros de la familia.

Por último, en los ángulos de la cenefa,
se representaron las cuatro estaciones.
Los baños
Al costado oeste de la mansión y comunicada
con ésta a través de un corredor que nace de la crujía
lateral del patio, se situaba un lujoso edificio de baños
cuyos restos llegados a nuestros días nos han permitido conocer
de una manera bastante aproximada su estructura original.

Al sur del pasillo se habilitaba una gran estancia
de planta circular inscrita en un cuadrado a la que abrían
cuatro pequeños habitáculos. Este sector, dotado de
calefacción subterránea (hipocausto) y cuya finalidad
no ha sido definida, contaba, como no podía ser de otra forma,
con sus suelos a base de mosaicos, todos ellos, bastante perdidos
en la actualidad, decorados a base de composiciones geométricas.
Al lado opuesto del corredor se disponían las
salas de baños propiamente dichas, articulándose en
torno a una cámara principal de planimetría cuadrangular
y ángulos en exedra que, a juzgar por la pileta y por el
banco corrido existente a lo largo de todo su perímetro,
cumpliría la función de vestuario (apodyterium).

Desde el propio vestuario y a una altura superior abordable
a través de escaleras se habilitaba el frigidarium, concebido
como una sala de planta trilobulada.
Completaban la nómina de ambientes de este sector
septentrional del edificio de baños las letrinas, el caldarium,
el tepidarium y el imprescindible horno o "propnigeum"
desde el que se calentaba el agua a la temperatura requerida por
cada ambiente
Las necrópolis
Además de la vivienda y los baños, cuenta
el yacimiento de La Olmeda con un conjunto de necrópolis
adyacentes que, indudablemente, de una manera u otra, formarían
parte del conjunto residencial agroganadero.

La primera de ellas, descubierta en 1972, se situaba
unos 500 metros al sur de la residencia, componiéndose de
más de medio millar de tumbas de distinta tipología
como de urna, de fosa, o a base de losas colocadas a doble vertiente.
Los estudios en ella realizados, han revelado que el lugar ya fue
empleado como cementerio desde el siglo VI a.C.
La segunda necrópolis fue descubierta dos años
después, concretamente en 1974 a unos 700 metros al norte
de la villa. En este caso, compuesta por unas 200 tumbas halladas
en dos etapas diferentes y que se corresponderían con el
primer periodo de la villa entre el siglo I y III después
de Cristo.

En ambos casos, los complejos cementeriales han aportado,
además de interesantes conocimientos sobre los hábitos
de enterramiento de la época, notables ajuares compuestos
principalmente por vasijas cerámicas, hebillas, joyas, herramientas,
etcétera.
El último de los grupos de tumbas aparecido
en torno a La Olmeda ha revelado ser ya de cronología altomedieval,
lo que viene a demostrar que, pese a que la villa fuese abandonada,
el entorno continuó estando poblado y sus fecundas tierras
explotadas.
(Autor
del artículo/colaborador de ArtEEspañA:
José Manuel Tomé)